No puedo decir que desde pequeña quería ser actriz. Mis padres me llevaban a ver películas de dibujos, y a penas alguna obra de teatro familiar. En mi casa siempre se ha dado valor a la educación, pero no tanto a la cultura. Libros habré leído cientos, en el sentido de que ‘ayuda a ser una buena estudiante’.
Cuando entré en la adolescencia, en mi clase había una compañera que iba a muchos extraescolares, entre ellos, iba a clases de teatro. Yo siempre había hecho básquet, por aquello de estar en forma, y me costó que me apuntaran a guitarra… Sinceramente solo quería probar qué era aquello y conocer gente de otro ambiente. Y… Guau. Aluciné. Encontré mi sitio.
Desde entonces, no he dejado de formarme. Cuando cursé el bachillerato (tecnológico, claro), y mientras lograba ser ingeniera de Telecomunicaciones (porque tocaba, claro), me pagué con mis ahorros y horas de cajera en el super, una formación profesional en Barcelona como actriz de teatro.
Trabajé como ingeniera, para seguir invirtiendo en mi carrera artística y cumpliendo con mi inquietud de siempre estar aprendiendo cosas nuevas, destacando: teatro físico, interpretación delante de la cámara, danza contemporánea, acróbata en telas aéreas y especialista de cine.
Actualmente me dedico a hacer de mi sueño, y lugar favorito, mi profesión desde Terrassa (Barcelona).